48 casos en 6 traducciones

'Manos' en la Biblia

Y el SEÑOR respondió: Judá subirá; he aquí que yo he entregado la tierra en sus manos.

Y subió Judá, y el SEÑOR entregó en sus manos al cananeo y al ferezeo; y de ellos hirieron en Bezec a diez mil hombres.

Entonces dijo Adoni-bezec: Setenta reyes, con los pulgares de sus manos y de sus pies cortados cogían las migajas debajo de mi mesa; como yo lo hice, así me ha pagado Dios. Y le metieron en Jerusalén, donde murió.

Y el furor del SEÑOR se encendió contra Israel, el cual los entregó en manos de salteadores que les robaron, y los vendió en manos de sus enemigos de alrededor; y no pudieron parar más delante de sus enemigos.

Así pues, el SEÑOR permitió que aquellas naciones se quedaran {allí,} sin expulsarlas enseguida, y no las entregó en manos de Josué.

Y la saña del SEÑOR se encendió contra Israel, y los vendió en manos de Cusan-risataim rey de Mesopotamia; y sirvieron los hijos de Israel a Cusan-risataim ocho años.

Entonces él les dijo: Seguidme, porque el SEÑOR ha entregado vuestros enemigos los moabitas en vuestras manos. Y descendieron en pos de él, y tomaron los vados del Jordán a Moab, y no dejaron pasar a ninguno.

y yo atraeré a ti al arroyo de Cisón a Sísara, capitán del ejército de Jabín, con sus carros y su multitud, y lo entregaré en tus manos?

Y ella dijo: Iré contigo; mas no será tu honra en el camino que vas; porque en manos de una mujer venderá el SEÑOR a Sísara. Y levantándose Débora fue con Barac a Cedes.

Entonces Débora dijo a Barac: Levántate; porque este es el día en que el SEÑOR ha de entregar a Sísara en tus manos. ¿No ha salido el SEÑOR delante de ti? Y Barac descendió del monte de Tabor, y diez mil hombres en pos de él.

Mas los hijos de Israel hicieron lo malo ante los ojos del SEÑOR; y el SEÑOR los entregó en las manos de Madián por siete años.

Y Gedeón le respondió: Ah, Señor mío, si el SEÑOR es con nosotros, ¿por qué nos ha sobrevenido todo esto? ¿Y dónde están todas sus maravillas, que nuestros padres nos han contado, diciendo: ¿No nos sacó el SEÑOR de Egipto? Y ahora el SEÑOR nos ha desamparado, y nos ha entregado en manos de los madianitas.

Y el SEÑOR dijo a Gedeón: El pueblo que está contigo es demasiado numeroso para que yo entregue a Madián en sus manos; no sea que Israel se vuelva orgulloso, diciendo: ``Mi propia fortaleza me ha librado."

Entonces el SEÑOR dijo a Gedeón: Con estos trescientos varones que lamieron el agua os salvaré, y entregaré a los madianitas en tus manos; y váyase todo el pueblo cada uno a su lugar.

Y tomada provisión para el pueblo en sus manos, con sus shofarot, envió a todos los otros israelitas cada uno a su tienda, y retuvo a aquellos trescientos hombres; y tenía el campamento de Madián abajo en el valle.

Y aconteció que aquella noche el SEÑOR le dijo: Levántate, y desciende al campamento; porque yo lo he entregado en tus manos.

y oirás lo que hablan; y entonces tus manos se esforzarán, y descenderás al campamento. Y él descendió con Fura su criado al principio de la gente de armas que estaba en el campamento.

Y su compañero respondió, y dijo: Esto no es otra cosa sino la espada de Gedeón hijo de Joás, varón de Israel; Dios ha entregado en sus manos a los madianitas con todo el campamento.

Y cuando Gedeón oyó la historia del sueño y su interpretación, adoró; y vuelto al campamento de Israel, dijo: Levantaos, que el SEÑOR ha entregado el campamento de Madián en vuestras manos.

Y repartiendo los trescientos hombres en tres escuadrones, le dio a cada uno de ellos un shofar en sus manos, y cántaros vacíos con teas ardiendo dentro de los cántaros.

Llegó pues Gedeón, y los cien varones que llevaba consigo, al principio del campamento, al principio de la vela del medio, cuando solamente los guardias estaban despiertos; y tocaron los shofarot, y quebraron los cántaros que llevaban en sus manos.

Y los tres escuadrones tocaron las bocinas, y quebrando los cántaros tomaron en las manos izquierdas las teas, y en las derechas los cuernos con que tañian, y dieron grita: ­La espada de Jehová y de Gedeón!

Dios ha entregado en vuestras manos a Oreb y a Zeeb, príncipes de Madián: ¿y qué pude yo hacer como vosotros? Entonces el enojo de ellos contra él se aplacó, luego que él habló esta palabra.

Y los jefes de Sucot dijeron: ¿Están ya las manos de Zeba y Zalmuna en tu poder, para que demos pan a tu ejército?

Y fue a los hombres de Sucot y dijo: He aquí a Zeba y a Zalmuna, acerca de los cuales me injuriasteis, diciendo: `` ¿Están ya las manos de Zeba y Zalmuna en tu mano para que demos pan a tus hombres que están fatigados?"

Y los hijos de Israel se olvidaron del SEÑOR su Dios que los había librado de manos de todos sus enemigos en derredor;

Ahora pues, si con verdad y con integridad habéis procedido en hacer rey a Abimelec, y si lo habéis hecho bien con Jerobaal y con su casa, y si le habéis pagado conforme a la obra de sus manos;

para que el agravio de los setenta hijos de Jerobaal, y la sangre de ellos, viniera a ponerse sobre Abimelec su hermano que los mató, y sobre los señores de Siquem que corroboraron las manos de él para matar a sus hermanos.

¿Quién pusiera este pueblo en mis manos! Entonces yo quitaría a Abimelec. Diría a Abimelec: Aumenta tu ejército, y sal.

Y se encendió la ira del SEÑOR contra Israel, y los entregó en manos de los filisteos y en manos de los hijos de Amón.

de los de Sidón, de Amalec, y de Maón, y clamando a mí os he librado de sus manos?

``Y el SEÑOR, Dios de Israel, entregó a Sehón y a todo su pueblo en manos de Israel, y los derrotaron, e Israel tomó posesión de toda la tierra de los amorreos, los habitantes de esa región.

Y Jefté hizo voto al SEÑOR, diciendo: Si entregares a los amonitas en mis manos,

Y Jefté les respondió: Yo y mi pueblo, teníamos una gran contienda con los hijos de Amón, y os llamé, y no me defendisteis de sus manos.

Y los hijos de Israel volvieron a hacer lo malo ante los ojos del SEÑOR, y el SEÑOR los entregó en manos de los filisteos por cuarenta años.

Pues he aquí, concebirás y darás a luz un hijo; no pasará navaja sobre su cabeza, porque el niño será nazareo para Dios desde el seno materno; y él comenzará a salvar a Israel de manos de los filisteos.

Y su mujer le respondió: Si el SEÑOR nos quisiera matar, no tomaría de nuestras manos el holocausto y el presente, ni nos hubiera mostrado todas estas cosas, ni según el tiempo nos habría anunciado esto.

Y tomándolo en sus manos, se fue comiéndolo por el camino; y cuando llegó a su padre y a su madre, les dio también a ellos para que comieran; mas no les descubrió que había tomado aquella miel del cuerpo muerto del león.

Y ellos le dijeron: Hemos descendido para prenderte y entregarte en manos de los filisteos. Y Sansón les dijo: Juradme que no me mataréis.

Y ellos le respondieron, diciendo: No; solamente te prenderemos, y te entregaremos en sus manos; mas no te mataremos. Entonces le ataron con dos cuerdas nuevas, y le hicieron venir de la peña.

Y así que vino hasta Lehi, los Filisteos le salieron á recibir con algazara: y el espíritu de Jehová cayó sobre él, y las cuerdas que estaban en sus brazos se tornaron como lino quemado con fuego, y las ataduras se cayeron de sus manos.

Después sintió una gran sed, y clamando al SEÑOR, dijo: Tú has dado esta gran liberación por mano de tu siervo, y ahora, ¿moriré yo de sed y caeré en manos de los incircuncisos?

Viendo Dalila que él le había declarado todo {lo que había} en su corazón, mandó llamar a los príncipes de los filisteos, diciendo: Venid una vez más, porque él me ha declarado todo {lo que hay} en su corazón. Entonces los príncipes de los filisteos vinieron a ella y trajeron el dinero en sus manos.

Entonces los cardinales de los filisteos se juntaron para ofrecer un gran sacrificio a Dagón su dios, y para alegrarse; y dijeron: Nuestro dios entregó en nuestras manos a Sansón nuestro enemigo.

Y viéndolo el pueblo, loaron a su dios, diciendo: Nuestro dios entregó en nuestras manos a nuestro enemigo, al destruidor de nuestra tierra, el cual había dado muerte a muchos de nosotros.

Cuando allá llegaréis, vendréis a una gente segura, y a una tierra de ancho asiento; pues que Dios la ha entregado en vuestras manos; lugar donde no hay falta de cosa que sea en la tierra.

Y levantándose de mañana su señor, abrió las puertas de la casa, y salió para ir su camino, y he aquí, la mujer su concubina estaba tendida delante de la puerta de la casa, con las manos sobre el umbral.

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