57 casos en 6 traducciones

'He' en la Biblia

Y el SEÑOR respondió: Judá subirá; he aquí que yo he entregado la tierra en sus manos.

Y Adoni-bezec dijo: Setenta reyes, con los pulgares de sus manos y de sus pies cortados, recogían {migajas} debajo de mi mesa; como yo he hecho, así me ha pagado Dios. Lo llevaron a Jerusalén, y allí murió.

Después de haber salido, vinieron los siervos y miraron, y he aquí, las puertas de la sala de la terraza tenían pasado el cerrojo, y dijeron: Sin duda está haciendo su necesidad en la sala de verano.

Y habiendo esperado hasta estar confusos, pues él no abría las puertas de la sala, tomaron la llave y abrieron; y he aquí su señor caído en tierra muerto.

Entonces Débora dijo a Barac: ¡Levántate!, porque este es el día en que el SEÑOR ha entregado a Sísara en tus manos; he aquí, el SEÑOR ha salido delante de ti. Bajó, pues, Barac del monte Tabor seguido de diez mil hombres.

Y siguiendo Barac a Sísara, Jael salió a recibirlo, y le dijo: Ven, y te mostraré al varón que tú buscas. Y él entró donde ella estaba, y he aquí Sísara yacía muerto con la estaca por la sien.

Y viendo Gedeón que era el ángel del SEÑOR, dijo: Ay, Señor DIOS, que he visto al ángel del SEÑOR cara a cara.

Y a la mañana, cuando los de la ciudad se levantaron, he aquí que el altar de Baal estaba derribado, y el bosque que estaba junto a él, cortado; y aquel segundo toro sacrificado en holocausto sobre el altar edificado de nuevo.

He aquí que yo pondré un vellón de lana en la era; y si el rocío estuviere en el vellón solamente, quedando seca toda la otra tierra, entonces entenderé que has de salvar a Israel por mi mano, como lo has dicho.

Y aconteció que aquella noche el SEÑOR le dijo: Levántate, y desciende al campamento; porque yo lo he entregado en tus manos.

Y cuando llegó Gedeón, he aquí que un hombre estaba contando a su compañero un sueño, diciendo: He aquí yo soñé un sueño: que veía un pan de cebada que rodaba hasta el campamento de Madián, y llegaba a las tiendas, y las hirió de tal manera que cayeron, y las trastornaba de arriba abajo, y las tiendas cayeron.

Y les dijo: Miradme a mí, y haced como yo hiciere; he aquí que cuando yo llegare al principio del campamento, como yo hiciere, así haréis vosotros.

A los cuales él respondió: ¿Qué he hecho yo ahora como vosotros? ¿No es el rebusco de Efraín mejor que la vendimia de Abiezer?

Y entrando a los de Sucot, dijo: He aquí a Zeba y a Zalmuna, sobre los cuales me zaheristeis, diciendo: ¿Está ya la mano de Zeba y de Zalmuna en tu mano, para que demos nosotros pan a tus varones cansados?

Mas el olivo respondió: ¿He de dejar mi grosura, con el que por mi causa Dios y los hombres son honrados, por ir a ser grande sobre los árboles?

Y respondió la higuera: ¿He de dejar mi dulzura y mi buen fruto, por ir a ser grande sobre los árboles?

Y la vid les respondió: ¿He de dejar mi mosto, que alegra a Dios y a los hombres, por ir a ser grande sobre los árboles?

y envió sagazmente mensajeros a Abimelec, diciendo: He aquí que Gaal hijo de Ebed y sus hermanos han venido a Siquem, y he aquí, que han cercado la ciudad contra ti.

Y sucederá en la mañana, en cuanto salga el sol, que te levantarás temprano y arremeterás contra la ciudad; y he aquí, que cuando él y el pueblo que está con él salga contra ti, harás con ellos lo que te venga a mano.

Y viendo Gaal el pueblo, dijo a Zebul: He allí pueblo que desciende de las cumbres de los montes. Y Zebul le respondió: La sombra de los montes te parece como hombres.

Mas Gaal volvió a hablar, y dijo: He allí pueblo que desciende por en medio de la tierra, y un escuadrón que viene camino de la campiña de Meonenim.

El cual, tomando a su gente, la repartió en tres compañías, y puso emboscadas en el campo; y cuando miró, he aquí el pueblo que salía de la ciudad; y se levantó contra ellos, y los hirió.

de los de Sidón, de Amalec, y de Maón, y clamando a mí os he librado de sus manos?

Así que, yo nada he pecado contra ti, mas tú haces mal conmigo haciéndome guerra; el SEÑOR, que es el juez, juzgue hoy entre los hijos de Israel y los hijos de Amón.

Y volviendo Jefté a Mizpa a su casa, he aquí que su hija le salió a recibir con adufes y danzas, y era la sola, la única suya; no tenía fuera de ella otro hijo ni hija.

Y cuando él la vio, rompió sus vestidos diciendo: ¡Ay, hija mía! Me has abatido mucho, y tú eres de los que me afligen; porque yo he abierto mi boca al SEÑOR, y no podré retractarme.

A esta mujer apareció el ángel del SEÑOR, y le dijo: He aquí que tú eres estéril, y no has tenido hijos; mas concebirás y darás a luz un hijo.

Pues he aquí, concebirás y darás a luz un hijo; no pasará navaja sobre su cabeza, porque el niño será nazareo para Dios desde el seno materno; y él comenzará a salvar a Israel de manos de los filisteos.

Y me dijo: He aquí que tú concebirás, y darás a luz un hijo; por tanto, ahora no bebas vino, ni sidra, ni comas cosa inmunda; porque este niño desde el vientre será nazareo de Dios hasta el día de su muerte.

Y la mujer corrió rápidamente y avisó a su marido, y le dijo: He aquí, se me ha aparecido el hombre que vino el {otro} día.

No comerá nada que venga de la vid, no {beberá} vino ni licor, ni comerá nada inmundo; que guarde ella todo lo que {le} he mandado.

Y subió, y lo declaró a su padre y a su madre, diciendo: Yo he visto en Timnat una mujer de las hijas de los filisteos; os ruego que me la toméis por mujer.

Y Sansón descendió con su padre y con su madre a Timnat; y cuando llegaron a las viñas de Timnat, he aquí un cachorro de león que venía bramando hacia él.

Y volviendo después de algunos días para tomarla, se apartó del camino para ver el cuerpo muerto del león, y he aquí en el cuerpo del león un enjambre de abejas, y un panal de miel.

Y lloró la mujer de Sansón delante de él, y dijo: Solamente me aborreces y no me amas, pues que no me declaras el enigma que propusiste a los hijos de mi pueblo. Y él respondió: He aquí que ni a mi padre ni a mi madre lo he declarado; y ¿te lo había de declarar a ti?

Y vinieron tres mil hombres de Judá a la cueva de la peña de Etam, y dijeron a Sansón: ¿No sabes tú que los filisteos dominan sobre nosotros? ¿Por qué nos has hecho esto? Y él les respondió: Yo les he hecho como ellos me hicieron.

Entonces Sansón dijo: Con la quijada de un asno, montones sobre montones, con la quijada de un asno he matado a mil hombres.

Entonces Dalila dijo a Sansón: He aquí tú me has engañado, y me has dicho mentiras: descúbreme, pues, ahora, yo te ruego, cómo podrás ser atado.

El le reveló, pues, todo {lo que había} en su corazón, diciéndole: Nunca ha pasado navaja sobre mi cabeza, pues he sido nazareo para Dios desde el vientre de mi madre. Si me cortan el cabello, mi fuerza me dejará y me debilitaré y seré como cualquier {otro} hombre.

El cual dijo a su madre: Los mil cien siclos de plata que te fueron hurtados, por lo que tú maldecías oyéndolo yo, he aquí que yo tengo este dinero; yo lo había tomado. Entonces la madre dijo: Bendito seas del SEÑOR, hijo mío.

Y luego que él devolvió a su madre los mil cien siclos de plata, su madre dijo: Yo he dedicado este dinero al SEÑOR de mi mano para ti, hijo mío, para que hagas una imagen de talla y una de fundición; ahora, pues, yo te lo devuelvo.

Y ellos respondieron: Levantaos, subamos contra ellos; porque hemos visto la tierra, y he aquí, es muy buena. ¿Estaréis, pues, quietos? No os demoréis en ir, para entrar a tomar posesión de la tierra.

Subieron y acamparon en Quiriat-jearim en Judá. Por tanto, llamaron aquel lugar Mahané-dan hasta hoy; he aquí, está al occidente de Quiriat-jearim.

Se levantó luego el varón para irse, él, y su concubina, y su criado. Entonces su suegro, el padre de la joven, le dijo: He aquí el día declina para anochecer, te ruego que os estéis aquí la noche; he aquí que el día se acaba, ten aquí la noche, para que se alegre tu corazón; y mañana os levantaréis temprano a vuestro camino, y llegarás a tus tiendas.

Y he aquí un hombre viejo, que a la tarde venía del campo de trabajar; el cual era también del monte de Efraín, y moraba como peregrino en Gabaa, pero los moradores de aquel lugar eran hijos de Jemini (Benjamín).

Y cuando estaban alegrando sus corazones, he aquí, que los hombres de aquella ciudad, que eran hombres hijos de Belial, cercaron la casa, y golpearon las puertas, diciendo al hombre viejo señor de la casa: Saca fuera el hombre que ha entrado en tu casa, para que le conozcamos.

He aquí mi hija virgen, y la concubina de él; yo os las sacaré ahora; humilladlas, y haced con ellas como os pareciere, mas con este hombre no cometáis esta locura tan infame.

Y levantándose de mañana su señor, abrió las puertas de la casa, y salió para ir su camino, y he aquí, la mujer su concubina estaba tendida delante de la puerta de la casa, con las manos sobre el umbral.

He aquí que todos vosotros los hijos de Israel estáis presentes; daos aquí parecer y consejo.

Mas cuando la señal comenzó a subir de la ciudad en columna de humo, Benjamín tornó a mirar atrás; y he aquí que toda la ciudad había sido consumida y el humo subía al cielo.

Y dijeron: ¿Cuál de las tribus de Israel no subió al SEÑOR en Mizpa? Y he aquí que ninguno de Jabes-galaad había venido al campamento, a la asamblea.

Porque cuando contaron al pueblo, he aquí, ninguno de los habitantes de Jabes-galaad estaba allí.

Ahora bien, dijeron, he aquí cada año hay fiesta solemne del SEÑOR en Silo, que está al aquilón de Bet-el, y al nacimiento del sol al camino que sube de Bet-el a Siquem, y al mediodía de Lebona.

y velad; y he aquí, si las hijas de Silo salen a tomar parte en las danzas, entonces saldréis de las viñas y tomaréis cada uno una mujer de las hijas de Silo, y volved a la tierra de Benjamín.

Biblia del Jubileo 2000 (Grátis) copyright

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